Texto escrito por los alumnos del curso de Liderazgo de la UPC, Lima, Perú
Muñoz
Corales, Ninuzka
Machaca
Vargas, Melania
Bances
Chuquiviguel, Wendy
Salcedo
Solórzano, Ruth
Ruiz
Vila, Naylin
Jesús
Antonio Tapia Jorge nació el 18 de Octubre de 1973 en el distrito de San Juan
de Miraflores, en el seno de una familia modesta pero a la vez muy luchadora.
El padre de este personaje, con mucho esfuerzo, brindó la oportunidad de
practicar la disciplina del karate a
cada uno de sus nueve hijos. Jesús entrenaba en lugares muy alejados del
lugar donde vivía, por lo cual tenía viajar más de dos horas en bus para poder
entrenar. Lo que motivaba a esta persona eran
las ganas de asistir a sus entrenamientos y el disfrute que estos le proporcionaban.
A
pesar de tener diversas actividades por cumplir, desde muy pequeño tuvo la
responsabilidad de aprender a organizarse, en cuanto a sus actividades
curriculares y el cumplimiento de ellas. Él guiado por sus ganas de
perfeccionar sus técnicas de karate asistía al dojo (lugar de entrenamiento), siendo el menor de todos los
discípulos. Cierto día, entró al área de entrenamiento y se percató que su sensei (profesor) estaba enfadado.
Luego al terminar la rutina diaria de calentamiento con todos sus compañeros,
el maestro indicó que entrenarían kumite,
un combate controlado. Jesús por ser el más pequeño siempre tenía como compañero
de entrenamiento a su profesor, de modo que ese día peleó con él. Este encuentro se tornó
inesperado, ya que el entrenador pasó de enseñar a golpearlo sin controlar a la
totalidad sus ataques y lastimándolo gradualmente. Él no entendía el motivo por
el cual su sensei estaba perdiendo el control, por lo que atinó a defenderse
con las técnicas y combinaciones que había estado perfeccionando. Después unos
minutos el karateca Tapia pide permiso para ir a los vestidores, pues tenía la
sensación de esputar. Al estar frente al lavamanos, el estudiante expulsa lo
que tenía en la boca notando que era sangre, extrañado de esto decide regresar
a la zona del combate. Al ingresar nuevamente, el entrenador y el aprendiz siguieron luchando, hasta que después de unos
minutos el maestro decide detenerse. Al llegar al vestidor, Jesús notó que
tenía moretones en el cuerpo y su karategui
(ropa de entrenamiento) constaba con manchas de sangre. Él tuvo la opción de no
asistir más a sus
clases
de karate. Sin embargo, decidió seguir cumpliendo con los horarios de
preparación, ya que entrenar era la única forma en la que su sueño se haría
realidad.
El
seguir practicando este arte marcial implicó muchas veces ir en contra de sus
padres, pasar menos tiempo con sus amigos, amanecerse para cumplir con sus
obligaciones. En oportunidades, sintió ganas de rendirse y vivir una vida sin
preocupaciones pero luego de reflexionar, sabía que él tenía las habilidades
necesarias para ser uno de los mejores karatecas. Por ello, Tapia Jorge aceptó
el sacrificio y con este, el sueño de ser campeón mundial, pese al tiempo que
implicara lograrlo. Estudió en la universidad Educación y en su etapa adulta
logró los campeonatos mundiales sin ayuda de la Federación Peruana de Karate
del Perú, sino costeándolos él mismo. Así lo hizo en el Campeonato Mundial
realizado en Hungría, en donde ganó el primer puesto y se volvió campeón
mundial en la categoría Kata Individual, a pesar de no contar con el apoyo de
ninguna de las autoridades que rigen este deporte. Actualmente sigue formando
karatecas líderes con el concepto de seguir tus objetivos sin importar el
intervalo de tiempo empleado.
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